¡Hola! Quiero compartir parte de mi experiencia a bordo del R/V Falkor. No es solo mi primera vez en el Falkor, sino además mi primera vez a bordo de un buque de investigación. Junto con el Dr. Jorge Cortés y la Dra. Odalisca Breedy, formo parte del equipo del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) de la Universidad de Costa Rica que participa en esta expedición. En la última semana he tenido el placer de echar un vistazo a las profundidades de mi país, algo que, para una persona amante de cualquier ambiente acuático, de la ciencia y la exploración de lo desconocido es un sueño hecho realidad. Mientras escribo este blog, el ROV SuBastian se encuentra bajo mis pies explorando a 1070 m de profundidad el Pacífico costarricense, documentando todo aquello que he leído en artículos científicos, y también lo que nunca se ha observado. En esta expedición he compartido con parte de los científicos más reconocidos en el estudio de aguas profundas; gracias a ellos, y a SuBastian, he podido grabar en mi mente mucha información sobre estos ambientes, no solo con datos científicos sino con imágenes y videos, que aún si no hubiera ciencia de por medio, dejan sin palabras. El acceso a tecnología y facilidades para investigación que he encontrado en el Falkor es algo a lo que los jóvenes investigadores latinoamericanos muy rara vez tenemos acceso directamente desde nuestras universidades. Una expedición como esta es algo con lo que bromeaba con mis compañeros tiempo atrás cuando éramos estudiantes, me siento muy privilegiada de poder tener esta experiencia.
Más agua que tierra
Siempre que me encuentro en el mar, me suelo preguntar cómo los costarricenses percibimos el mar. Sé que muchos lo perciben como algo lejano, que probablemente no afecta sus vidas; y es que realmente nos ha llevado algún tiempo entender que nuestro país es más agua que tierra. Yo crecí en la tierra, rodeada de cafetales, y definitivamente no tenía idea de cómo era el mar. Bastó con meter una vez la cabeza bajo el agua para iniciar, sin saberlo al principio, un camino que me llevaría y me sigue llevando, como un río, hacia el mar. La pregunta que me hago, sobre cómo percibimos el mar, se complica cuando pienso: ¿y cómo vemos los costarricenses nuestros ambientes de profundidad?
Aguas profundas
Durante los últimos años mi interés en aguas profundas ha ido en aumento, ¿cómo no hacerlo?, si tenemos mejores mapas de la luna que del fondo oceánico. El año pasado observé una charla virtual que dictó la Dra. Lisa Levin, una de las personas que lidera esta expedición. Mientras ella mostraba un mapa de una región del fondo marino del Océano Pacífico, repartido minuciosamente entre muchos países para realizar actividades mineras pensé: “este interés de explotación de aguas profundas nunca pasará en Costa Rica”. Cuál fue mi sorpresa cuando hace dos meses leí un proyecto de ley para realizar exploración petrolera en nuestro país, que para cumplirse necesita el visto bueno de la población electoral del país a través de un referéndum. ¡Totalmente alarmante! Si no fuera por los esfuerzos de conservación, probablemente como país ya hubiésemos cambiado por dinero todos nuestros bosques, esos que podemos ver y sentir y en los que podemos caminar. Si hoy en día realizaran este referéndum sobre exploración con fines de explotación de nuestras aguas profundas, ¿qué opinaría la mayor parte del pueblo costarricense? ¿cambiaríamos por dinero estos ambientes solo porque no podemos verlos o estar allí?
Como país no tenemos una percepción de la importancia de los ambientes de profundidad en el mantenimiento de la biodiversidad y en los ciclos de nutrientes del planeta involucrados con el cambio global que ya estamos sufriendo. Espero que las imágenes que gracias a esta expedición se están generando tengan un alto impacto en todos los costarricenses. Durante estos días vi miles de peces cinta nadando juntos, cangrejos bailando para alimentarse, tiburones rondando parches de mejillones, áreas gigantescas cubiertas por bacterias de colores; camarones, caracoles, gusanos, estrellas y pepinos de mar, animales de un sola célula del tamaño del puño de mi mano…
Me enamoré de la profundidad, y con estas imágenes estoy segura de que cualquier costarricense puede hacerlo también, y de que podemos dejar ya de pensar en la profundidad como un lugar vacío, porque es todo lo contrario, es un ambiente lleno de vida. Por eso me siento extremadamente feliz de formar parte de un equipo interdisciplinario a bordo del Falkor, que busca comprender mejor estos ambientes con la esperanza de que esta información no solo sirva para los objetivos científicos de la expedición, sino que además tenga un impacto en su conservación y genere conciencia sobre la vulnerabilidad y la importancia de los servicios ecosistémicos que las profundidades nos proveen.