New Approaches To Autonomous Exploration At The Costa Rican Shelf Break

El proceso creativo en una experiencia artística en el mar

Dec. 28 2018

Siempre me ha interesado el cómo surge la creatividad, cómo se forman las ideas de manera inesperada, tanto en el arte como en la ciencia. Me imagino que para cada artista que ha participado en el programa Artist-at-Sea y para cada investigador que ha sido parte de un crucero oceanográfico en el Falkor, ha existido una variedad de circunstancias muy específicas que han inspirado y desencadenado el avance de su trabajo y su proceso creativo. Las generalizaciones son probablemente difíciles de hacer. Sin embargo, una generalización estoy segura de poder hacer, y es que es muy poco probable que un artista o un científico que haya pasado por esta experiencia no haya experimentado inspiración o no haya sido afectado positiva y creativamente por la experiencia. La creatividad implica la capacidad de percibir el mundo de maneras innovadoras, de hacer conexiones entre cosas a las que no les habíamos prestado atención, de ver problemas con una mirada nueva y con una mente abierta.

Cuando estás, ya sea como científico o como artista en este espacio que es simultáneamente restringido (un barco) e ilimitado (el océano), la vida se vuelve de alguna manera más clara y sencilla. Estar rodeado de gente brillante y talentosa (creo sinceramente que la creatividad es contagiosa) y tener la oportunidad de sorprendernos juntos con las maravillas de la vida en este planeta (como hicimos en esta expedición mientras explorábamos las profundidades del mar de Costa Rica viendo pulpos Dumbo, sorprendentes colonias de gusanos poliquetos y peces de apariencia fantástica) es, según mi opinión, el ecosistema perfecto para que se desarrolle la creatividad.

Espacios que generan colaboraciones creativas
En mi blog anterior, expliqué algunas de las razones que me impulsaron a trabajar en cerámica escultórica en este viaje; sin embargo, quizás más importante que el material, en esta ocasión fue la oportunidad de realmente compartir el proceso de investigación con los propios científicos. Este tiempo en el Falkor me dio la oportunidad de compartir tiempo con este grupo de ingenieros y científicos mientras estaban solucionando problemas técnicos, mientras experimentaban desafíos inesperados o mientras se emocionaban con el avance de la investigación. Y es que no se trata solo de hablar sobre los argumentos racionales de la investigación en sí, sino de tener la oportunidad de presenciar cómo se forman sus ideas entre las conversaciones que se generan en la mesa durante la hora de almuerzo, en las reuniones científicas, mientras se solucionan problemas porque un aparato no funciona como se esperaba, entre momentos repletos de sentido del humor o de cansancio por tiempo sin dormir mientras se mira la pantalla de una computadora que traza el mapa del lecho marino. Por eso, tengo que agradecerles infinitamente la generosa forma en que me integraron como parte de su equipo, permitiéndome participar en sus reuniones científicas, sentarme en la sala de control mientras exploraban el fondo marino con el ROV SuBastian, dejándome trabajar con arcilla mientras reparaban en la misma sala el “glider” o procesaban muestras de sedimento, permitiéndome dar una breve charla sobre mi proyecto y permitiéndome tomar fotografías, videos y mediciones de sus manos para la pieza que empecé a desarrollar. Supongo que de una manera paralela a como ellos lo harán procesando sus datos cuando estén de vuelta en sus laboratorios y oficinas, yo también tendré una gran cantidad de datos y material artísticos que he reunido en este viaje que procesar y que usaré los próximos dos meses para desarrollar la pieza final. Lo más probable es que el aspecto co-creativo de esta obra no se detenga aquí, ya que seguiré el desarrollo de sus trabajos y ya que espero poder compartir algunos correos electrónicos para mostrarles el avance de las esculturas de sus manos y para seguir haciendo algunas preguntas.

¿De qué trata mi proyecto?
Además de ilustradora científica y escultora, yo también soy científica. Soy bióloga y trabajo en ecología y reproducción de invertebrados marinos. Sin embargo, a través del trabajo artístico que desarrollo con científicos de otras disciplinas, he aprendido que todos las disciplinas y subdisciplinas tienen su propia idiosincrasia, su propia manera de ver el mundo basada en los diversos marcos teóricos en los que nos desenvolvemos, y en consecuencia una tendencia inherente a hacer primero ciertos tipos de preguntas (por ejemplo, al mirar la misma imagen del ROV preguntarnos cuál es el nicho ecológico de una especie dada versus qué algoritmo describe ese comportamiento en particular o que característica de la geología permite su presencia). Por lo tanto, el ejercicio de retratar los procesos científicos de esta expedición a través de la escultura me obligó a salirme de mi subdisciplina y repensar mi proceso escultórico, que casi siempre se ha basado en la biodiversidad y las formas de los organismos de interés.

Una salida fácil al dilema de qué escultura hacer, habría sido para mi el hacer esculturas de los organismos que observábamos a través de las cámaras de SuBastian. Sin embargo, dado que mi objetivo se convirtió en retratar lo humano de la investigación tecnológica y el trabajo colaborativo de su expedición, decidí hacer esculturas de cada una de sus manos en una posición elegida por ellos y que representara su rol en el equipo. Cada mano mostrará el proceso de convertir la experiencia en datos y usaré técnicas de transferencia de imágenes para poner en la superficie de la escultura sus notas manuscritas y diagramas iniciales, datos, análisis y gráficos que desarrollarán para los trabajos de esta investigación. Mi idea es también, y aunque aún esta idea se está gestando, el que el conjunto de manos se una escultóricamente de manera que se muestre visualmente la propiedad emergente de una investigación colaborativa.

Honestamente, todos me sorprendieron con su disposición a jugar seriamente en la intersección arte-ciencia, a pensar detenidamente en qué gesto de su mano los representaba mejor, a dejarme tomar medidas, fotografías y videos de ellos y al dejarme estar en sus espacios creativos. De esta interacción surgió de dos de ellos, Peter Vrolilijk y Richard Camilli, por ejemplo, la idea de que yo incorporara en mi trabajo de arcilla sedimento obtenido a 1741 m bajo la superficie ¡lo cual me pareció absolutamente increíble! En consecuencia, estaré probando en mi horno en el taller las propiedades de este sedimento para ver cómo incorporarlo en la pieza. Durante este tiempo también pude yo misma probar algunas de las tecnologías que traían. Por ejemplo, pude usar unos lentes eye-tracker que traía el estudiante de postgrado de MIT Gideon Billings, para rastrear el movimiento de mis ojos mientras trabajaba en la primera mano de la serie (para mí, el pensar también pasa por mis manos, por lo que en este proceso debía al menos hacer una de las manos durante mi estadía en el Falkor). Aprendí de este ejercicio con el rastreador ocular que mis ojos saltan a la siguiente tarea mientras mi mano todavía está trabajando en la tarea y sección anterior de la escultura por algunos segundos. Ahora bien, ¿cómo me ayudará o afectará esta experiencia y conocimiento mi proceso escultórico? Para ser sincera, no tengo idea, y quizás no lo afecte (aunque lo dudo), pero ese justamente es para mí el resumen de esta experiencia: nunca  se sabe a dónde te llevará la curiosidad, pero sin duda hará que la vida sea más interesante y que, potencialmente, se creen nuevos caminos para que se desarrolle la creatividad.


Share This