The deep ocean (>200 meters) is the largest ecosystem on the planet, present in 82% of countries globally and occupying the majority of marine areas beyond national jurisdictions (aka the High Seas or international waters). Environmental stewardship is more likely to be effective when it is locally shaped and led, however, expense, inefficiency, and inequitable access to deep-sea tools and resources worldwide make it challenging, and often impossible, to explore, understand, and effectively manage these places. This has become even more critical given the increasing exploitation of the deep ocean, often not informed by robust science.
The United Nations Decade of Ocean Science for Sustainable Development (UN Ocean Decade) and the near-finalized agreement on the conservation and sustainable use of marine biological diversity of areas beyond national jurisdiction have identified capacity building and the transfer of marine technology as major priorities. Although capacity building has been recently mainstreamed by global agendas and treaties, promoting practical changes towards more inclusive, fair, and equitable partnerships, and away from tokenistic actions, is still a staggering challenge. Such challenges are multiple and include, among others, the development of human resources, infrastructure, institutions, policies, and increasing the availability of technology and funding to mitigate disparities between more economically developed and less economically developed nations. The complexity of factors require encompassing, collaborative, inclusive, and adaptable approaches towards effective solutions.
Equitable partnerships have been recognised as an effective way to tackle capacity challenges. This is something we have tried to embody during our ‘Octopus Odyssey’ expeditions, and recognising that actions are needed from an individual level (e.g., each participant) right up to an institutional one (e.g., from Schmidt Ocean Institute). There have been many steps taken, which we plan to detail in a peer-reviewed paper, but below are a few examples.
These expeditions have been co-designed, co-developed, and co-implemented by local and foreign partners. This has been led by Co-Chief Scientists, Dr. Beth Orcutt from the Bigelow Laboratory for Ocean Sciences in the USA and Dr. Jorge Cortes from Universidad de Costa Rica in Costa Rica. On board during this first research cruise are nineteen diverse scientists with a range of expertises; 37% are Costa Rican, with a further 10.5% from Latin America and the Caribbean. There are also both local and foreign artists joining the expedition, with a total of 47.6% people fluent in Spanish.
Additionally, from the early stages of development of these expeditions, an open and more casual atmosphere was established among cruise participants. Every two weeks, we met virtually and discussed expectations, concerns, and technical needs. Such meetings were used by Co-Chief Scientists to continuously update participants on expedition developments. Such a transparent approach has been extended throughout the duration of the expedition, where all participants meet daily and discuss their experiences of the past day, as well as make decisions for the future together.
And how could we not talk about money? An important part of capacity sharing for these expeditions is being committed to fundraising so participants from different parts of the world, including locally, are able to participate. For cruises working in waters other than their own, we believe capacity sharing requires people with resources to commit them to enable those with fewer resources to be able to participate.
We hope that, in the very near future, the ‘Octopus Odyssey’ is not a unique case study but rather represents the start of moving beyond the status quo by expanding mentalities, discussions, and actions towards capacity sharing and equitable collaboration on deep-ocean expeditions and beyond.
Trabajando hacia una investigación equitativa del océano profundo
El océano profundo (>200 m) es el ecosistema más grande del planeta: está presente en el 82% de los países del mundo y ocupa la mayoría de las áreas marinas más allá de las jurisdicciones nacionales (conocidas también como aguas internacionales o como Alta Mar). La capacidad para proponer políticas que permitan salvaguardar estos ambientes resulta más efectiva cuando se moldea y lidera a nivel local. Sin embargo, a nivel mundial, los altos costos, la ineficiencia y el acceso no equitativo a las herramientas y los recursos necesarios para explorar, comprender y manejar efectivamente el mar profundo resultan un desafío importante en la mayoría de países. Esta situación se ha vuelto aún más crítica y urgente de resolver debido a la creciente explotación del océano profundo, que a menudo se realiza sin apoyarse en datos científicos sólidos.
La Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Década de los Océanos) ha identificado tanto el desarrollo de capacidades como la mejora en la transferencia de tecnología marina como principales prioridades. Estas mismas prioridades también se identificaron en el acuerdo, casi finalizado, sobre la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en áreas fuera de jurisdicción nacional. Aunque el desarrollo de capacidades se ha integrado recientemente en agendas y tratados globales, aún siguen existiendo desafíos abrumadores para lograrlo, como promover cambios prácticos hacia colaboraciones más inclusivas, justas y equitativas, así como alejarse de acciones meramente simbólicas. Los desafíos para avanzar son múltiples e incluyen, entre otros, el desarrollo de recursos humanos e infraestructura, el fortalecimiento de instituciones y políticas, además de un aumento en la disponibilidad de herramientas tecnológicas y de financiamiento para mitigar las disparidades económicas entre las naciones. Para encontrar soluciones efectivas a estos retos tan complejos se requieren enfoques integrales, colaborativos, inclusivos y con capacidad de adaptación.
Las colaboraciones equitativas se han reconocido como una forma efectiva de abordar los desafíos para un adecuado desarrollo de capacidades. Esto es algo que hemos tratado de incorporar como parte importante de las expediciones ‘Octopus Odyssey’ (la que está en desarrollo actualmente en junio y otra planeada para diciembre), reconociendo que se requieren acciones desde el nivel individual (es decir, cada participante) hasta el nivel institucional (por ejemplo, desde el Schmidt Ocean Institute). Se han dado muchos pasos para esto, que planeamos detallar en un artículo revisado por pares, pero a continuación se presentan algunos ejemplos.
Estas expediciones han sido co-diseñadas, co-desarrolladas y co-implementadas por socios locales y extranjeros. Han sido lideradas tanto por la Dra. Beth Orcutt del Bigelow Laboratory for Ocean Sciences, Estados Unidos, Co-Jefa Científica de las expediciones, y por el Dr. Jorge Cortés de la Universidad de Costa Rica, también Co-Jefe Científico de las expediciones. A bordo de este primer crucero de investigación hay diecinueve científicos y científicas con una diversidad de especialidades. El 37% del equipo científico está compuesto por costarricenses, con un 10.5% adicional de personas provenientes de América Latina y el Caribe. También se unen a la expedición artistas locales y extranjeros, con un total de 47.6% de personas a bordo que hablan español con fluidez.
Además, desde las etapas iniciales del desarrollo de estas expediciones, se estableció un ambiente abierto e informal entre los participantes. Cada dos semanas nos reunimos virtualmente y discutimos expectativas, inquietudes y necesidades técnicas. Estas reuniones fueron utilizadas por la Co-Jefa y el Co-Jefe del equipo científico para mantener al grupo actualizado sobre los avances en la organización de la expedición. Este enfoque fue transparente y se ha extendido durante el tiempo a bordo de la expedición, donde todo el equipo se reúne diariamente para discutir sus experiencias del día, así como para tomar decisiones en conjunto sobre los pasos a seguir.
¿Por qué no hablar de dinero? Una parte importante del intercambio de capacidades para estas expediciones es el compromiso de recaudar fondos para que participantes de diferentes partes del mundo, incluyendo el equipo científico local, puedan participar. Para cualquier expedición que ocurra en aguas que no son propias del país organizador, creemos que el intercambio de capacidades requiere que las personas con recursos los destinen para permitir que aquellos con menos recursos puedan participar.
Esperamos que, en un futuro muy cercano, las expediciones de ‘Octopus Odyssey’ no sean un caso de estudio aislado, sino que representen el comienzo de siempre ir más allá del formato tradicional establecido que ha caracterizado a las expediciones científicas, en las que es raro que se tomen en cuentas las consideraciones que estamos teniendo. Queremos que nuestro ejemplo permita expandir mentalidades, abrir discusiones y fomentar acciones concretas hacia un intercambio de capacidades que genere una colaboración equitativa en las expediciones de aguas profundas, que además permitan expandir los beneficios que estas pueden traer para el desarrollo de otras áreas.
Pictures:
Foto grupal del equipo científico y artistas rodeando un pulpo en arte 3D, creada por uno de los artistas en el mar. Una de las participantes regaló un pulpo tejido en crochet al equipo, que muestran en sus manos.